Pagar universidad para ser canillita

Algo que ha marcado de manera muy sensible el ámbito de la educación superior en nuestro país, es el divorcio de las universidades con el ambiente del sector empresarial. La expresión más común de ello es que, por regla general, hay algunos ligeros vacíos en los contenidos programáticos que se imparten en las diversas carreras y lo que cada empresa necesita para su correcto desempeño. Si ciertamente en esto último hay deficiencia, la hay todavía más profunda en lo que se da en llamar emprendedurismo.

Es deseable solucionar este problema y construir vínculos sólidos y productivos entre ambas esferas de la vida nacional. Sin embargo, no se puede asumir y admitir que cualquier pacto de caballeros entre empresas y universidades sirva únicamente a los intereses de las primeras.

Esto insulta la inteligencia de la población, y que el estudiantado pueda ser un primer paso importante para lograr el gran objetivo.

¿Por qué decimos esto? Resulta ser precisamente una situación reciente de este tipo la que induce a la reflexión sobre el tema. La Universidad Francisco Gavidia y el periódico La Prensa Gráfica han suscrito una alianza. Y dicha iniciativa se basa en instar a los estudiantes de esta universidad a comercializar ejemplares del periódico mencionado. Esto ha sido calificado por sus precursores eufemísticamente como “emprededurismo” y en el sitio web de dicha universidad, encontramos la frase: “Emprendedurismo educativo, una premisa para los futuros emprendedores y dirigentes de El Salvador”

Las reacciones ante esto no se han hecho esperar y van desde las más cautas hasta lo más vulgar. Aunque resaltamos lo variopinto y pintoresco de los puntos de vista, todos coinciden prácticamente en una visión: No es emprendedurismo ponerle un nombre bonito y pomposo a la simple venta de periódicos por parte de estudiantes que tienen mayores aspiraciones que esas.

Claramente, no se cumple el slogan de la universidad “Tecnología, Innovación y Calidad”.

Seamos francos, la UFG es una universidad privada. Como tal, a todos los estudiantes se les están cobrando cuotas mensuales y matrícula para estudiar, las cuales es de todos sabido, son relativamente elevadas. Si se toman el esfuerzo de ir a una universidad y el sacrificio de pagar altas cuotas por una educación superior de calidad, claramente es porque existe la visión de aspirar a mejores opciones en el mercado del trabajo.  En más de un caso, el propósito es tener las herramientas para hacer posible la idea de un emprendimiento real y que este se traduzca en un negocio. Por otro lado, esta universidad en su publicidad utiliza un su slogan antes mencionado que alude a tres variables muy necesarias para el crecimiento económico.

Y con la referida iniciativa, esta institución entra en una notable contradicción con su propio mensaje.

Se ha querido justificar el proyecto con el fomento de “conciencia emprendedora” en el estudiantado. Esta es quizá la mayor contradicción del proyecto en cuestión. Pues no se trata de una idea propia de los estudiantes y el mayor beneficio de la iniciativa no es para otro si no para el periódico con el que se ha suscrito la alianza. En este mismo sentido, resulta cuestionable como es que un proyecto de este tipo traiga dinamismo a nuestra economía y pueda resultar atractivo para jóvenes que se preparan para una profesión. Muy en el fondo, este proyecto se basa en las mismas prácticas empresariales obsoletas que no permiten que una persona se supere y crezca dentro de una empresa. En tal sentido, también es necesario decir que con esto no se aporta nada nuevo al ámbito empresarial y tampoco responde a la necesidad de generar un cambio social.

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Otro aspecto vergonzoso y deshonesto de la iniciativa es el siguiente: También se ha intentado validar su implementación aduciendo que los estudiantes van a ser distribuidores del periódico y que tendrán personal a su cargo para llevar a cabo la tarea. Es necesario hacer notar que en todo lo que el tema lleva circulando, esta es la primera mención que se hace del asunto. Además, no especifica con qué recursos se contrataría a esta gente para que –en teoría- trabaje para los estudiantes, de donde procede o con que mecanismos se utilizaran. Este último tratamiento a la situación deja una marcada sensación de excusa y justificación hecha para salir del paso.

 Una vez más se insulta la inteligencia de los involucrados y hasta deja el sentimiento que se tira una indirecta.

El mensaje que esta institución y este medio de comunicación trasmiten es que los estudiantes son seres inferiores que pueden ser manejados a su antojo. Es casi un sarcasmo de mal gusto disfrazar con el término de emprendedurismo a algo que es más un método de esclavitud bien estructurado. Usamos la palabra sarcasmo porque, simplemente, esta idea ni siquiera puede ser tomada con seriedad.

Tiene que ser una broma. ¿Cómo es posible que dos empresas serias caigan tan bajo y hagan algo tan agraviante?

Claro que es importante que se quiera rescatar la relación entre la academia y el empresariado, pero no a costa de los estudiantes y sus aspiraciones. Hay que destacar que “el mundo funciona así” tampoco es excusa, pues ya tiene un buen rato demostrando que las cosas deben hacerse de otro modo. En esto se debe añadir que una institución educativa no puede usar una excusa tan poco intelectual, puesto que se supone que ella lucha por formar a los estudiantes para que un bien mayor de la sociedad. Y si esa es la idea que venden, pues con esto han caído bajo respecto al tema.

En tal sentido, tirar migajas a la comunidad universitaria envía claramente el siguiente mensaje: No queremos superarnos como sociedad. Se les mira de menos a aquellos que desean superarse en la vida y queda claro que para el sector académico, los intereses del estudiantado tienen importancia únicamente en la medida que sirvan a ciertos objetivos y que paguen las cuotas. Tal pareciera ser que ahora la publicidad perfecta de La Universidad Francisco Gavidia sería decir: Paga Universidad para ser canillita; así o peor.

 

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