Fútbol: La Gallina de los Huevos Podridos

Fútbol

“Hemos llorado, hemos sufrido, nos han derrotado pero nunca vencido,

Hemos luchado, hemos perdido.

Pero hemos triunfado… y al Mundial hemos ido.” –Canción Mundialista (?)-

El próximo 15 de junio llegará el aniversario número treinta y cinco del resultado más embarazoso en un Mundial mayor de fútbol once. Como no puede ser de otro modo, nos referimos al 10-1 de parte de Hungría a nuestra selección de entonces. Traemos a flote este recuerdo porque a priori debería seguir siendo eso: Un recuerdo. En toda esa cantidad de tiempo se ha seguido en las mismas o peores. Si bien en fechas recientes nuestra selección ha subido en el ranking de la FIFA una cantidad importante de puestos, no debemos engañarnos.

En toda esa cantidad de tiempo, se ha seguido en las mismas o en peores circunstancias.

Si bien es cierto, en fechas recientes nuestra selección ha subido en el ranking de la FIFA una cantidad infame de puestos ya que estamos en el número 137. Sin embargo, esto superado por países que tienen menor tradición: Antigua y Barbuda puesto (83), Nicaragua puesto (107), Puerto Rico puesto (114), Guayana puesto (128) y Curazao puesto (131).

Aunque hay algo destacable. Después de unos dos años de no ganar absolutamente nada y sin goles en el plano internacional, no es más que otro espejismo en una larga cadena de sucesos desafortunados –con alguno que otro respiro- que viene desde esa fecha. Como parte del análisis, es conveniente ubicar la desgracia de nuestro fútbol en esa clasificación al Mundial del año de 1982, pues fue el primer episodio de gran impacto de la novela de la gallina con su mal producto.

Si bien es cierto, el país estaba en guerra por entonces y hasta cierto punto, convierte en algo épico haber ido al Mundial en tal condición. Sin embargo, hay hechos de esa gesta mundialista que se ha dado poca o ninguna importancia; hechos que en los siguientes treinta y cinco años serían como una peligrosa adicción a las drogas. Una vez que se inicia, no hay como detenerse, a menos que se admita el problema y se busque tratamiento. Enfatizamos en lo del tratamiento, porque incluso la cosa tiene un matiz de que a nivel interno, las soluciones son escasas o nulas.

¿Qué son los hechos oscuros del 82? No es nada que el aficionado promedio no sepa.

Desde entonces se han difundido los más diversos testimonios tanto de aficionados, como de los jugadores que fueron al Mundial. La mayoría coincide en muchas cosas: Que la selección tuvo que ir de puerta en puerta para conseguir apoyo. No hubo organización para una participación decorosa en el torneo (Fue el último equipo en arribar a territorio español y al momento de la llegada, no se tenía siquiera una reserva de hotel, por nombrar algunas cosas). La indumentaria otorgada por Adidas en concepto de participación desapareció… y eso es solamente el principio.

Durante los siguientes años, esta historia se repitió una y otra vez, aunque no de manera tan obvia ni con tanto descaro. Con el tiempo, se hizo muy evidente que el daño estaba hecha. La improvisación tan notoria en la cita española se hizo una norma estructural, que con el tiempo se convertiría en el indicador de que como diría Hamlet:

“Hay algo podrido en Dinamarca”.

En un período cercano a las cuatro décadas han pasado por la FESFUT (Federación Salvadoreña de Fútbol) una gran cantidad de dirigentes que poco o nada han hecho por el crecimiento del deporte y cuyos vicios han permeado por todo el sistema del mismo a nivel nacional. De ahí está el hecho que existe una cultura del desorden generalizada desde la presidencia de la federación hasta el más chico de los equipos de menor jerarquía. Frecuentemente escuchamos noticias de todas las categorías del fútbol “profesional”, que hay jugadores que por lo general no terminan contrato con el equipo al que llegan, pues terminan yéndose a medio torneo con el argumento del bajo nivel o que no se da el ancho.

Esto se da porque hay una evidente mezquindad en las directivas de los equipos a cumplir sus compromisos con los jugadores.

De ahí que se diga que en El Salvador no existen los clubes sino que son simplemente equipos. No existe una estructura seria ni se tiene una visión de largo plazo o de formación. El único objetivo conocido es el de llenar el estadio en que se juega de local cada domingo y ganar el juego en que el estadio se llena… No hay más y nunca se pasa de ahí.

Ahora bien, esta sólo es la “cara bonita” del problema. Como se sabe, hay un matiz más oscuro e infame con el que se ha llegado demasiado lejos. Si bien es cierto, el caso amaños fue un terremoto que nos costó una generación completa de jugadores y que es la situación más vergonzosa de la historia de nuestro fútbol, no se trata de algo nuevo. Sin embargo, es necesario decir que si se dan estas situaciones es porque ni dentro de los fútbolistas existe una pizca de optimismo por competir en alto nivel y consecuentemente con la cultura de la ganguería imperante.

Se vale todo siempre que haya dinero de por medio.

Existe el antecedente de directivos que con el uniforme de la selección arman un equipo improvisado (otra vez el mismo mal…) y lo venden como la selección nacional en algún amistoso improvisado también (Caso Zimbabwe, año 2004). Y esto es únicamente con intención de favorecer a quienes armaron el “gato por liebre” y alguno que otro compadre en la federación.

Como resultado más notorio, en todo ese período no sólo no ha habido avances significativos en cuanto a nivel fútbolístico. Prácticamente, toda Centroamérica nos ha sobrepasado y a veces se tiene la paranoia que los equipos con menos tradición en cualquier momento nos puedan sacar un susto con una goleada de muerte.

Se dice incluso que si eso pasa, habremos tocado fondo (¿Más?).

Esto se combina con el casi total desprecio por la formación de jugadores jóvenes. Durante un periodo de unos seis años, la categoría de reservas estuvo inactiva hasta que se volvió a echar a andar en el año 2009 y por presiones de todos los sectores fútbolísticos.

Mientras tanto, la Fundación Educando a un Salvadoreño (FESA) hizo un trabajo notable con las divisiones menores. Esto se reflejó en el hecho que volvimos a calificar a un Mundial (En Turquía, año 2013). Esto fue de categoría menor y además una selección de El Salvador ganó su primer partido en tal competencia. ¿Es casualidad que alguien distinto y ajeno a todos los vicios citados anteriormente haya logrado algo así? Sinceramente no, y como son personas serias, tal logro no ha tenido repercusión o impacto alguno en la situación.

Ahora bien, aunque el corazón del problema es todo lo que se ha dicho anteriormente, la gallina pone huevos podridos porque nosotros como aficionados cooperamos con su mala alimentación. La apertura de esta nota es una suerte de crítica a eso, paralelo a toda esta putrefacción. Él aficionado local está enfermo de un anacronismo tal que casi se puede comparar con el mal que padece el aficionado del Cruz Azul en México. Este ser está atrapado en su propia prisión de recuerdos y rabia por no ganar un título desde hace dos décadas.

Cualquier parecido con la realidad local es pura coincidencia.

¿”…pero hemos triunfado, y al mundial hemos ido”?, ¿“Fuimos a España y al del setenta, sudamos todos juntos la camiseta”? ¿Es en serio? Con el debido respeto y sin desmerecer a esas generaciones tan gloriosas de nuestro fútbol, seguir dándole vuelta a lo mismo no nos va a llevar a nada. Que canciones como esta intenten representar el sentir del aficionado es un muy pobre consuelo. Es un insulto a quienes entienden que estos recuerdos cada vez pesan más porque son de un pasado que cada vez queda mucho más lejos y por ende, estorba cada vez más para ver hacia adelante.

Es tiempo de cambiar el casete de nuestra actitud y comenzar a exigir la solución de un problema que, aunque es estructural, es de aquí y de ahora, de lo contrario

¿Cuánto tiempo más seguiremos cantando resignados que “al mundial hemos ido”?

La situación del fútbol nacional es algo muy complicado que no permite pensar en que podamos volver a ser competitivos en lo que queda de la presente década. A menudo se habla de no participar en nada por unos cinco años. Pero en realidad, quizá sea necesario más tiempo… No importa cuanto sea, pues la solución debe ser algo de raíz. Se debe limpiar la casa como bien se dice, y comprometerse de lleno a evolucionar en una estructura seria y con estándares de primer mundo.

Los problemas provocan que ni los jugadores sientan el compromiso de llevar en alto al país que representan. Piensan que es solo uno más o un número más y que llegar a la selección nacional es todo. Piensan que lo único que les va a quedar es la camisa que se sudó en Los Estados Unidos y que de paso, se cambió con otro jugador porque siente que vale más la camisa de otro que la de su propio país. Así o más cruel es la mentalidad del fútbolista salvadoreño gracias a su dirigencia.

Además si lo pensamos, hay otras disciplinas en el país que con menos 10% del presupuesto que tienen. FESFUT le da dado al país campeonatos mundiales y hasta medallas de oro en matemáticas, medalla de oro en la olimpiada iberoamericana de química, medalla de oro en olimpiadas de física, campeones mundiales en Lima-LAMA . Hasta la cerveza Pilsener ha ganado medallas de oro en Monde Selection. En el caso del surf, ya en competencias latinoamericanas  somos medalla de oro,  sólo por mencionar algunos casos y dejando afuera a la selección de fútbol playa.

Es sorprendente que sigan alimentando a la gallina.

¿Será que las autoridades como INDES(Instituto Nacional de los Deportes) no puede deducir, ante los malos resultados, que simplemente no somos buenos  para el fútbol y sí para otras actividades y deportes lindos masivos y provechosos? ¿Y qué estos deportes y demás disciplinas juntas son quizá la misma masa de deportista que el fútbol pero con mejores resultados.

Debe abonarse al desarrollo humano del fútbolista en paralelo de su carrera deportiva. La carrera del fútbolista es algo relativamente corto y después de retirarse, debe preocuparse por su subsistencia. Este es un asunto largamente eludido que debe tratarse en orden de una transición a un fútbol verdaderamente profesional.

Asimismo, es necesario un verdadero cambio de actitud en el aficionado.

No culpamos a nadie por quejarse del olor a podrido de los huevos de la gallina. Lo que es necesario es tomar conciencia que los fantasmas del pasado –glorioso o penoso- distraen peligrosamente de la necesidad del presente y la aspiración del futuro. Del mismo modo, la naturaleza del problema es algo biunívoco y una vez que haya una limpieza profunda en la federación, la bola estará al centro y corresponderá a la afición con sus exigencias hacer el primer pase a gol.

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