¿Hasta cuándo es justificable la guerra?

Guerra en Siria

“La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable.” –Jean-Jacques Rousseau-

Una guerra siempre será un tema polémico por naturaleza. Los últimos días y horas han resultado cruciales para entender el mundo que tenemos, o al menos intentarlo. Este, en muchas cosas, dista de ser igual al mundo en que crecimos o el que le precedió. Ciertamente, es resultado de toda la historia reciente: Una historia manchada por la infamia, la intolerancia y el ansia de poder como justificantes de una violencia a gran escala y cuyos costos ha tenido que pagar la humanidad entera en distintos momentos.

El pasado 6 de abril, el gobierno de los Estados Unidos lanzó un ataque con poco más de medio centenar de misiles a una base del ejército sirio. Aunque las bajas civiles no fueron significativas, se ha puesto otra vez al mundo con ganas de apretar el botón rojo. Como pareciera ser cada cierto tiempo, nos volvemos a involucrar en otro conflicto de gran envergadura que puede significar muchas cosas, pero independientemente de sus causas y razonamientos, dos cosas parecen ser siempre muy reales sobre las guerras:

Siempre hay muerte, destrucción, miseria y hambre.

Por más que se hace por erradicarla, siempre vuelve aparecer por alguna parte.

En este último sentido, es impresionante que pareciera que hubiera un gen bélico en algún lugar del genoma humano, puesto que de alguna manera siempre nos las ingeniamos para terminar a los golpes. Alguien puede justificarnos que la guerra siempre ha estado presente en la historia humana y que es lo que ha dado forma a nuestra civilización, pero en el fondo sabemos que es algo reprobable y que más allá de los motivos, lo único seguro es el dolor. No obstante este aparentemente intrínseco belicismo, la verdad es una:

Todos en el fondo deseamos que no se vuelva a repetir.

Decimos esto porque las peores conflagraciones de la historia se dieron en el lapso del último siglo (De hecho en el año 2018, la humanidad celebra el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial), y ello fue proporcional con toda clase de esfuerzos políticos y económicos encaminados a que no repitamos el desastre. Esto fue al punto que nos pusimos realmente serios cuando fuimos testigos de armamentos que podrían causar la extinción irremediable de la raza humana. Diseñamos y pusimos a funcionar instituciones cuyo fin último es contener en lo más posible las causas de la guerra.

La ONU fue creada con este propósito.

Sin embargo, podemos ver que a pesar de todo lo que hemos hecho, el Jinete del Apocalipsis ha vuelto a aparecer.

Hasta que no entendamos que violencia genera más violencia, el problema persistirá.

De hecho, el caso por el que escribimos esta nota se intenta justificar con otro hecho violento e igualmente reprobable. El ataque químico perpetrado por Bashar Al-Assad en los días previos a la respuesta estadounidens, también es un acto de lesa humanidad. Sin embargo, tampoco justifica una reacción de este tipo.

Todos asumimos en las horas posteriores al ataque que esto puede desencadenar una posible Tercera Guerra Mundial, pero la humanidad entera está todavía a punto de impedirlo. Hay una diferencia en comparación al contexto de hace 100 años:

Hoy la guerra no es algo para traer gloria a una nación o la solución más contundente a un problema político.

La realidad es que una guerra es la manera más fácil, efectiva y rápida de acabar con nosotros mismos, de modo que si es posible la búsqueda de otra salida, el momento es ahora; pues la historia demuestra qué sucede si se sigue este patrón.

Ahora bien, traemos a cuenta la frase de aquel pensador suizo que estuvo entre los artífices de la Revolución Francesa, porque para que la guerra desaparezca del todo y efectivamente, es necesaria otra sociedad. Se recurre casi siempre a la guerra cuando la consideramos indeseable.

Nuestra sociedad se ha reconstruido una y otra vez al calor de un conflicto de este tipo.

El mundo entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial no era para nada igual al que precedió al primer conflicto. Asimismo, el mundo después del año 1945 era diferente al que le precedió. ¿Será posible que los conflictos sean una especie de mecanismo de renovación?

La respuesta es no.

No lo es por la sencilla razón que a pesar de los cambios políticos, económicos e ideológicos que suelen derivarse de un conflicto, en la sociedad continúan vigentes los antivalores que hacen posible su reaparición. El hecho que las guerras se repitan con menos frecuencia es un avance, pero en la medida que como seres humanos comprendamos que nuestra diversidad es nuestra mayor riqueza, entonces habremos dado con la solución del problema, pues el peor de estos vicios es la intolerancia.

Se trata de que somos todos iguales respecto a que tenemos la misma naturaleza y en el fondo buscamos lo mismo, no de que a fuerza pensemos igual.

“Y ya no queremos volver a escuchar de las guerras, solo queremos paz y trabajar las tierras” –Alux Nahual (Alto al fuego)-

Guerra en Siria