El Premio Nobel de Economía es un reconocimiento justo a una de las ciencias más importantes que explican el funcionamiento de la sociedad humana. Enfatizamos en esto, ya que fue una categoría que se obvió del testamento de Alfred Nobel cuando se planteó llevar a cabo el referido galardón cada año, pero que sin embargo fue establecida algunos años más tarde debido a gestiones del Banco de Suecia.
Año con año desde 1969, se ha venido otorgando tan importante reconocimiento a los académicos más importantes de esta ciencia social, cuyas investigaciones y teorías influyen grandemente en la manera como concebimos la actividad económica. En el caso del presente año, el galardonado es un académico cuyos planteamientos renuevan en gran medida el enfoque de la racionalidad económica, puesto que aborda algunos factores y parámetros que comúnmente son excluidos por la teoría tradicional.
Richard H. Thaler, profesor de la Universidad de Chicago.
La razón por la que se le otorgan los €944 mil del premio es por sus aportes a la teoría de la economía conductual. Es decir, se incorporan elementos propios de la psicología al análisis económico. De acuerdo al análisis tradicional racionalista, se asume desde un principio que las decisiones económicas y de recursos de los individuos se llevan a cabo desde un punto de vista en que las personas cuentan con información suficiente para tomar el curso de acción más adecuado a sus circunstancias e intereses, pero en la práctica podemos darnos cuenta que esto no es siempre así.
De acuerdo con Richard Thaler, la principal falla del enfoque racionalista es que deja de lado algunos factores de la naturaleza humana que tienen claros efectos en la conducta de los individuos y por ende, en sus acciones de orden económico. A menudo las decisiones teóricamente racionales de las personas encuentran obstáculos que influyen en la conducta y que evidentemente pueden cambiar de manera radical las acciones que se tomen, algunos de estos son los siguientes:
Racionalidad limitada, percepción de justicia y falta de autocontrol.
En razón de esto, la conducta humana se vuelve complicada de predecir y se dejan en claro los vacíos que adolece el racionalismo tradicional. Como resultado de la ampliación del análisis de la conducta económica del individuo, se aumentan las posibilidades y aplicaciones del mismo. Ahora los estudiosos de las ciencias económicas cuentan con mayores herramientas teóricas y analíticas para escenarios de este tipo, las cuales han encontrado en el campo del marketing sus primeras áreas efectivas de prueba.
La teoría que le ha valido al Prof. Thaler el Premio Nobel de Economía garantiza nuevos horizontes para la ciencia microeconómica. Amplía la descripción de las unidades de análisis a un rango de posibilidades más efectivo y real dado que está más que demostrado que el ser humano y su conducta es algo mucho más complejo que la asunción de una conducta racional o la ausencia de la misma, pues en esta complejidad reside la clave para entender el comportamiento humano y su impacto económico.
