Cuando llegó la fotografía a nuestras vidas en 1824, llegó para quedarse. Aunque su uso ha sido modificado durante el tiempo, como la desconcertante práctica de las fotografías Post mortem (Muerte inmortalizada), estas imágenes siguen siendo icónicas en la historia de la humanidad.
Con las nuevas tecnologías, la fotografía ha sido reducida de ser un gran aparato lleno de herramientas que controlan la luz y la abertura a ser un simple botón en un Smartphone.
¿Esto será bueno o malo?
Por un lado, es un fruto de los avances que cualquier persona ahora puede capturar momentos significativos con su celular inteligente. Sin embargo, esto parece haber reducido la complejidad artística que definía el mundo de la fotografía en sus inicios.
Por otro lado, esta es una perspectiva muy extrema. Las imágenes que captura un Smartphone en realidad representan un crecimiento para la industria fotográfica, ya que día a día surgen nuevas aplicaciones que ayudan a que las personas editen y apliquen filtros personalizados a las imágenes. Además, el uso de las cámaras profesionales siempre sigue en pie debido a la búsqueda de alta resolución para algunas fotografías.
La fotografía clásica no va a perecer en este enjambre tecnológico.
Parte de las tendencias de los millennials, incluye un amor por lo vintage y lo retro y aquí entra la fotografía en blanco y negro o en colores sepia. Además, la misma cámara de los iPhones cada vez mejora más, ya que el público siempre busca calidad en las imágenes que captura. Lo que puede llegar a ocurrir en el futuro es que las cámaras profesionales y aquellas que están en los celulares se combinen para crear un híbrido que satisfaga las necesidades de las nuevas generaciones, sin descuidar la fotografía como un arte.
