Desde hace más de un siglo, el Premio Nobel representa la máxima distinción que la Real Academia Sueca de las Ciencias entrega a aquellas personas que hayan realizado contribuciones importantes a la humanidad entera en distintos campos del saber y en la resolución de conflictos de gran envergadura. En el caso del Premio Nobel de Física para este año, el connotado reconocimiento recae en un experimento que podría cambiar para siempre la manera como observamos el cosmos.
El referido descubrimiento consiste en la construcción del Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferómetro Laser (LIGO, por sus siglas en inglés), un aparato que hizo posible comprobar mediante experimentación una hipótesis planteada por Albert Einstein hace poco más de un siglo. El reconocimiento es otorgado a 3 físicos de nacionalidad estadounidense que hicieron posible este proyecto.
Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish.
En el año de 1915, Albert Einstein, conocido físico famoso –entre otras cosas- por la teoría de la relatividad, había predicho la existencia de las ondas gravitatorias. Estos son pulsos que resultan de la aceleración que experimenta una determinada masa en movimiento, provocando así una distorsión en el espacio-tiempo. Dada su baja intensidad y una velocidad de propagación cercana a la de la luz, se estimó que sería muy poco probable su detección y observación.
No obstante esto, Einstein había anticipado además que las referidas ondas son susceptibles a ser detectadas y medidas, pero únicamente cuando las emisiones proceden de fuentes de alta potencia, como es el caso de una fusión de agujeros negros.
Esto era precisamente lo que buscaba el equipo investigador.
LIGO fue puesto en funcionamiento en el año 2015 y se pudieron captar exitosamente unas emisiones gravitatorias de la unión de 2 agujeros negros ocurrida a 1 mil 300 millones de años luz de la Tierra. Se pudo inclusive determinar la masa de ambos cuerpos celestes antes y después del fenómeno.
Unos 40 años antes de la construcción de LIGO, Rainer Weiss ya había anticipado que la dificultad de la lectura de las ondas gravitatorias estribaba en interferencias propias de los fenómenos que las producen. Por lo tanto, los esfuerzos se centraron en la construcción de un aparato que eliminara el ruido cósmico que dificulta la lectura y medición de las ondas. El Premio Nobel está dotado con €934 mil y la mitad será para Rainer Weiss, el resto se divide a partes iguales entre Thorne y Barish.
LIGO es apenas el primer paso de una nueva era en la astrofísica, pues a través de la lectura de ondas gravitacionales amplían en gran medida las posibilidades de observación del universo. La imposibilidad de detectarlas complicaba el estudio de ciertos fenómenos de los que hasta ahora había muy poca comprensión. A partir de este gran avance podemos estimar que el universo continúa ofreciendo muchas incógnitas que en años próximos serán contestadas.
