El Contrato social y su papel en el desarrollo de un país

El Contrato social y su papel en el desarrollo de un país

Filosofía económica del Contrato Social, Parte 1:

Se define Contrato Social como todo aquello que es universalmente aceptado por la colectividad humana a fin de hacer posibles interacciones coherentes al interés común y a la convivencia de todos sus miembros. Puede que a grandes rasgos, un concepto extraído de la filosofía y la ciencia política resulte superficial para entender la actividad económica, pero si lo valoramos a fondo, tiene una relevancia enorme.

Se trae esto a la palestra en razón de que el irrespeto a lo que entendemos como Contrato Social es una de las grandes causales del subdesarrollo. El libre mercado es un derivativo de una conducta social regida por normas y usos de común acuerdo y casi por unanimidad. Esto lo observamos en la medida que definimos aquello que es aceptable dentro de nuestras acciones, dentro de la economía y por extensión, dentro de la sociedad. Este es el punto en que dicho concepto se relaciona con el subdesarrollo.

Latinoamérica y en general, el Tercer Mundo tienen muy poca cultura del respeto al Contrato Social.

Es por ello que se saca de conclusión que el subdesarrollo, más que un problema social, político o económico, es un problema cultural; ya que de nuestra propia cultura y acervo de conocimientos y normas se desprende todo lo demás que hacemos. A esa conclusión llegué hace unos 5 años. En el ocaso de mi carrera universitaria, tuve oportunidad de asistir a una charla patrocinada por el Colegio de Profesionales de las Ciencias Económicas de El Salvador (COLPROCE); que llevaba por título el mismo que este artículo por ser esa la temática.

La misma fue dictada por 2 académicos de renombre: El Dr. Herman Navas y el Lic. Daniel Palma. Escuchando sus ponencias al respecto del tema, que ambos tenían mucho tiempo estudiando, llegué a la conclusión del problema cultural. Para transmitírselas a los lectores rescato en esta ocasión, lo más relevante de aquella ponencia.

En aquella oportunidad, el Dr. Navas partió del hecho de que la economía como ciencia se ha apartado del Contrato Social y ello conduce a las circunstancias que tenemos ahora, antes de pasar a ello, definamos oportunamente el referido concepto. A grandes rasgos, cuando formamos parte de una sociedad. Es cuando de facto aceptamos todo aquello que son normas y usos comunes dentro de la misma. De esta manera, todos los individuos que la componen actúan en concordancia con ello y se favorecen interacciones sociales que tienen como fin último lo siguiente:

Una conducta universalmente aceptada y deseable.

Esto se asocia con lo que Adam Smith decía -o por lo menos intentó decir-: Que la economía funciona a partir de la ya famosa mano invisible, según la cual el interés individual, de manera automática -y aunque no sea su principal objetivo- conduce a favorecer el interés social en consecuencia de tener iniciativas de trabajo, que en la medida que resultan, conducen hacia la prosperidad. Concatenando ideas se puede llegar a que -al menos de manera idealista- la mano invisible se mueve hacia la equidad de manera casi inexorable.

 Y  asimismo, la vía para conseguirlo es el irrestricto respeto hacia el contrato social.

De ahí que el Dr. Navas planteó esto como un camino al desarrollo. Con relación a eso, se critica al fundamento de la ciencia económica tradicional, el cual es que el ser humano es un ente racional que sabe tomar decisiones. Puesto que este último está amparado en el egoísmo, y un egoísmo que se fundamenta en un miedo a ser pobre, en ese punto es donde yo identifico la dimensión cultural del problema de nuestro subdesarrollo. Este problema, como dije antes, no es político ni económico. Se hace político y económico en tanto que lo sea a nivel socio-cultural, puesto que lo primero es consecuencia de lo segundo.

Esto será explicado a posteriori.