La doble cara del sueño diurno

La doble cara del sueño diurno

Las famosas 8 horas diarias de sueño son un dolor de cabeza continuo para millennials y nativos digitales, pues la vida diaria de estas generaciones se caracteriza por ir más rápido que el resto y asimismo, por estar permanentemente conectados y recibiendo información. Esto conduce a que, en muchos casos, se descuide el tiempo de sueño y a menudo sucede que en la jornada diaria, sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos en medio de algo.

A menudo esto es percibido como un signo de pereza, desidia o desinterés por parte de la persona que es sorprendida en este estado. Sin embargo, en casi todas las ocasiones que esto sucede se descuida la multiplicidad de factores que puede haber detrás de ello, que casi siempre conducen a que el ¿embarazoso? escenario se malinterprete, ya que se desconocen o minimizan completamente las posibles causales, ante ello vale preguntarse lo siguiente:

¿Es siempre algo negativo quedarse dormido?

La referida situación de falta de sueño tiene, como casi todo en la vida, más de un punto de vista. En la mayoría de casos, esto suele percibirse como holgazanería y desinterés por la situación que se atiende al momento que la falta de sueño pasa factura. Si bien una persona en este estado está inmóvil y puede provocar retrasos e ineficiencias, una situación de este tipo no suele ser algo voluntario.

La doble cara del sueño diurno

Llevamos un ritmo de vida que es muy acelerado, al punto que le restamos horas al sueño por cumplir algún compromiso o sacar una determinada tarea. Como es lógico, el cuerpo en algún momento va a necesitar recuperarse de todo el gasto energético que realizamos a lo largo del día, por lo que sin importar las circunstancias nos quedamos dormidos. De igual forma, es probable que una persona que sea sorprendida en esta situación esté padeciendo algún trastorno del sueño, como la apnea o el insomnio.

Debido a estos padecimientos, las personas suelen reponer el sueño involuntariamente.

Ahora bien, con ello no queremos justificar este tipo de escenarios, pues es bastante evidente que también tiene su lado malo. Aparte de su aparente percepción de desidia y pereza, pueden representar un peligro para la persona dependiendo el momento que suceda. Por ejemplo, cuando se conduce un vehículo a altas horas de la noche o se transita a pie por ciertos lugares. Asimismo, la falta de sueño puede ser causada por malos hábitos por parte de la persona, tales como desvelarse muy seguido o el consumo a deshora de golosinas o alimentos muy azucarados, que evidentemente tienen efectos nocivos en el ciclo de sueño.

La importancia de dormir lo suficiente es particularmente decisiva a edades tempranas, puesto que durante el ciclo del sueño se desarrolla el sistema inmunológico. De este modo, la falta de sueño puede conducir a una mayor incidencia de ciertas enfermedades en la edad adulta. Por ende, esto tiene efectos en la capacidad de aprendizaje de niños y adolescentes. Por esto, es esencial aclarar lo siguiente:

La carga de obligaciones académicas debería estar en sintonía con el ciclo de descanso.

Más allá de la acepción que pueda darse a este fenómeno, es importante que se preste atención a los factores que lo ocasionan, pues no siempre se trata de que la persona sea desordenada o irresponsable. Puede ser que hace un esfuerzo más allá de sus capacidades por cumplir con sus obligaciones, ¿Te has puesto a pensar si tu compañero que se durmió en clase quizá trabaja además de estudiar o estuvo repasando hasta muy entrada la noche? Te invitamos a compartir tu opinión y experiencias.

La doble cara del sueño diurno