Internet es sin duda uno de los avances más significativos de la humanidad; llamado por algunos entusiastas como el “nuevo fuego de los dioses”. Su existencia ha permitido cambiar la forma de comunicarnos, consumir, interactuar, construir la realidad, aprender y enseñar.
Una vida sin internet es, para muchos, un imposible.
Como toda herramienta, en sí misma no posee la ambivalencia del bien o mal, pero afirmar que depende de la mano de quién lo utiliza también es menospreciar el mismo desarrollo que ha tenido a lo largo de los años. La red es basta y cada quién la utiliza según sus propias posibilidades, alcance, recursos, idiosincrasia, cultura, religión y contexto psicosocial.
Gracias a ella accedemos a los distintos sitios que existen en su interior. También podemos compartir contenido o ser los creadores del nuestro. Creamos perfiles para identificarnos en blog, redes sociales o chat, y con el contenido virtual, podemos informarnos o entretenernos.
Una de las tendencias en este imperio digital son los famosos retos o conocidos en inglés como Challenge que se vuelven virales en las diferentes plataformas. Estos, como su nombre lo indican, consisten en desafíos que deben cumplir los participantes y que representan alguna dificultad o creatividad.
Los challenge se popularizan y se convierten en fenómenos que trascienden fronteras.
Algunos de ellos, como el mannequin challenge, Harlem shake o wáter flip challenge han servido como referencia para la diversión y el pasatiempo, y también han abonado en explotar al máximo la imaginación de quiénes los realizan. Otro reto como el famoso ice bucket challenge nació con el propósito de recaudar fondos para los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica y sirve como ejemplo de cómo se puede, a través del juego, realizar una acción positiva por el mundo. Vale recordar la cantidad de personalidades que participaron.
En esa línea, un grupo de estudiantes universitarios promueven el “Friday Challenge”, iniciativa que nace del altruismo y la sensibilidad humana. El reto nace con el propósito de abrir un espacio de participación ciudadana que genere conciencia sobre la indigencia en el país. Básicamente, consiste en que el participante done víveres, comida o prendas de vestir a comunidades o personas sin hogar. Al hacerlo, también nomina a otros amigos para se sumen y también participen.
La actividad se lleva a cabo desde el pasado viernes 3 de noviembre, fecha en que se benefició a indigentes de los alrededores del Parque Daniel Hernández en Santa Tecla. En esa oportunidad, se donó pan dulce, café y jugo y se benefició a cerca de 100 personas.
Pero el reto es crecer.
El pasado 10 de noviembre se entregaron víveres, entre ellos sal, azúcar, atún, sardina. Por la mañana, esto se realizó en la Iglesia Don Rúa y por la tarde continuaron con llevar alimento a la Plaza Gerardo Barrios, ubicada en el centro de San Salvador. El fin es el mismo: Que cada vez más personas se sumen a la iniciativa y poder llegar a más necesitados.
De esta forma, los jóvenes demuestran que se es posible fomentar una cultura de solidaridad entre salvadoreños y que las plataformas virtuales pueden utilizarse para unirnos como nación. Las distintas jornadas son una oportunidad para recordarnos que ante cualquier adversidad lo mejor es afrontarla cooperando entre nosotros para poder hacerle frente.
E incluso salir adelante.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 20 por ciento de la población salvadoreña se encuentra en pobreza extrema o indigencia. Ante esta situación, el movimiento pretende animar a los jóvenes a involucrarse en actividades que promueven la inclusión social, el respeto y el altruismo
Los retos continuarán hasta el 24 de noviembre. Las expectativas por el movimiento son altas y se espera tener un alcance amplio en distintas zonas de San Salvador, Santa Tecla y Santa Ana.
Este reto puede no llegar a ser tan viral como otros ni cambiar el rumbo total en el que el país se encuentra, pero son ideas que merecen apoyo. Es un movimiento que puede sembrar una semilla que permita, en un futuro cercano, perfilar un país distinto con una generación comprometida.
Y promover el surgimiento de eventos similares.
Es de admirar la entrega y voluntad de este pequeño grupo de estudiantes que, utilizando su ingenio y un espíritu encomiable, han iniciado esta cruzada que, pese a no dejar una retribución monetaria, sí dibuja una sonrisa en un sector olvidado y hasta marginado.
Es posible que consideremos un vaso de café, un abrigo o una libra de algún grano básico como poca cosa, pero para aquellos que el mismo sistema ha despojado de sus privilegios y son marginados por una sociedad, es una bendición que se agradece en términos que escapan de las palabras.
“Friday Challenge” es una muestra que el internet puede usarse de manera genial para ayudar a los demás y para incluir a sectores sin importar edad, creencia o ideología. Una prueba que unidos somos más y que basta un corazón entregado a una noble causa para marcar una diferencia.
