El Espino, la comunidad sin un bien común

Imagen tomada del Twitter de Alértux El Salvador on Twitter
Por: Estudiante UES

El domingo 20 de mayo visité y me sumé a las tantas manos para apoyar a los más tristes, a la gente desalojada en El Espino. Entre concentraciones, lágrimas y rachas artísticas, nos juntamos algunos y estuvimos compartiendo con ellos en esa tarde un poco gris. Las personas que llegamos pudimos conocer muchas versiones, y sin duda, las que tenían más eco eran las de las mujeres que son madres.

Doña Estela, tiene 52 años, es madre de tres jóvenes y abuela de dos niños, ella dice que tiene toda una vida allí: “Va creer, vino el policía a decirnos que teníamos que desalojar, pero, ¿cómo hacemos? si irnos allá por Ayutuxtepeque no podemos, usted sabe cómo está la situación y yo tengo dos cipotes, capaz me los matan por allá”.

Foto tomada de: Agencia de Prensa Salvadoreña

Esta es la versión popular de cerca de 76 familias que habitaban esas tierras y ahora están a la espera de una mejor resolución.

Don Juan, un señor de 63 años, nos explica que ellos no han usurpado esas tierras, que ellos junto a sus padres y abuelos difuntos, fueron colonos (persona que vive y trabaja en una finca que no es de su propiedad, recibiendo por su trabajo un salario en efectivo y generalmente, una ración de maíz, frijol, sal y cal y tierra para cultivar). En este caso de la finca El Espino, propiedad de la familia Dueñas. Esas tierras fueron entregadas en concepto de reforma agraria a ellos, a los campesinos. Él, don Juan, tenía una migraña muy fuerte ese día por el frío que había soportado la noche anterior y así como él, había muchos niños con tos y gripe por el frío y el polvo.

Tomada de: Periodismo responsable – Espectador

El ofrecimiento del gobierno (cuentan los afectados) que es para el que tenga propiedad y presente carencia de bienes ante ellos, la propuesta es de 4,000 dólares. La esperanza es que el gobierno les otorgue un terreno a ellos, y ellos, comenzar a construir las casas.

Las personas que fuimos y estuvimos allí presentes nos dimos cuenta de primera mano de las condiciones tan precarias e inhumanas en donde está sobreviviendo toda una comunidad, nos sensibilizamos ante tal sufrimiento y nos ayudamos entre todos a pasar la vida esa tarde. Por otro lado, los argumentos y opinión pública en su mayoría es tan ajena a la realidad, muchas personas cuentan que en la comunidad hay ladrones, que deberían de trabajar, o que deberían aceptar lo que el gobierno les diera, pero lo cierto es que si ellos hubieran visto lo que nosotros vimos replantearían su opinión.

No se trata del dinero, se trata de la comunidad, de una vida, de hogares plantados en esas tierras, se trata de años de construir terrenos, años de hacer tortillas y tener clientela, años de trabajar la madera, años de ir y venir. Se trata de eso, del derecho de vivir con todos nuestros derechos primarios que les han sido violentados a 76 familias. En fin, El Espino, la comunidad a quienes les destruyeron su bien común.