Donald Trump y el posible fin de la democracia

Donald Trump y el posible fin de la democracia

La era digital y el tiempo de la Revolución Industrial tienen principalmente dos cosas en común, aún con 250 años de distancia entre un período y otro. Una es la constante innovación y desarrollo técnico y la otra son los Estados Unidos como referente del sistema democrático. Esta ha sido una realidad muy patente en la historia reciente de la humanidad. Sin embargo los primeros 100 días de la administración de Donald Trump podrían marcar diferencia en esta acepción tradicional y mundialmente asumida.

El reciente despido del ex director del FBI, James Comey, ha encendido las alarmas de la sociedad norteamericana y del mundo democrático en general. Como es sabido, la conocida agencia federal se encontraba investigando un tema que desde las pasadas elecciones de noviembre del año 2016 se manejaba como un secreto a voces: El posible vínculo de Donald Trump con el gobierno de Rusia.

Por tal razón, es probable que el FBI comandado por Comey haya descubierto algo que no conviene al presidente.

Aunque casi de inmediato la presidencia estadounidense se ha movilizado por nombrar un sustituto para el cargo, la identidad del posible designado es por el momento un tema que ha pasado a segundo plano. La sospecha de que Donald Trump esté intentando ocultar algo constituye un hecho sui generis (“único o sin precedentes”) que se suma a todas las manifestaciones autoritarias del magnate desde que asumió el mando de la superpotencia.

Parte del secreto de la democracia de la nación del norte es su irrestricto respeto de su cuerpo de leyes e instituciones. Sin embargo, a pesar de todos los candados que impiden abusos de poder y delirios absolutistas por parte de funcionarios de alto rango, el punto débil del sistema reside precisamente en el presidente. Aunque existe la posibilidad de un juicio político (Impeachment) por parte del Congreso, esto se da por una razón:

En la conformación del sistema y su división de poderes hay algunos vacíos que técnicamente colocan al titular del puesto por encima de la ley.

Por citar algunos ejemplos, el presidente Trump no se ha desligado por completo de su fortuna y empresas a pesar de que éticamente esto sea lo correcto. Sin embargo, cantidad de expertos legales coinciden en que no existe ley alguna que lo obligue a este u otro compromiso socialmente aceptable en razón de su posición al frente de la nación. Por otra parte, muchas de sus actitudes en el tiempo que lleva como presidente han sido más propias de un dictador tercermundista que del mandatario de una nación industrializada.

Muchas de las órdenes ejecutivas que ha formulado como presidente han sido dadas a conocer en un acto público, cosa que al menos fuera de los Estados Unidos es algo atípico. Del mismo modo, son constantes los improperios y comentarios altisonantes en contra de opositores e instancias legales que adversan sus posiciones en torno a diversos temas.

Estas reacciones han sido conocidas por el público a través de  la red social Twitter, una vía bastante informal, aunque moderna.

Por último, muchos de los funcionarios elegidos por el presidente para distintas áreas casi de manera incuestionable hacen eco de sus decisiones. Esto se puede interpretar como absoluta obediencia a la figura del presidente y que no se tolera el disenso. A esto se agrega que casi todo funcionario en que se ha observado esta conducta es de filiación republicana. A modo de ejemplo, tenemos las declaraciones de la embajadora norteamericana ante la ONU respecto del despido de James Comey:

“El presidente es el CEO del país. Puede contratar o despedir a quien quiera”.

Aunque muchas de estas cosas eran muy previsibles desde la victoria de Donald Trump en las elecciones, es preocupante la velocidad con la que están ocurriendo. Aunque si bien el Estado de derecho en los Estados Unidos es uno de los mejor constituidos, los intentos por parte de la presente administración republicana por imponer sus términos han sido muy notorios, con ello queda muy claro que el populismo no es exclusivo ni de los países en vías de desarrollo ni de ciertas ideologías.

Donald Trump y el posible fin de la democracia

Fuentes:

El Nuevo Herald: Peligra la democracia en EEUU, dice ex jefe de inteligencia.

El Observador: Cerca del abismo.

El Confidencial: Es hora de decirlo: Donald Trump es un peligro para la democracia de EEUU.