¿Te imaginas si desapareciera Machu Pichu o el Museo de
Louvre? ¿Crees que Perú seguiría siendo la capital arqueológica del mundo? O ¿París
la capital del arte? Pues no, estos lugares dejarían de atraer a miles de
turistas cada año y su atractivo cultural bajaría enormemente.
La importancia del patrimonio
cultural y natural va más allá de la historia o la memoria, se trata de nuevas
industrias de entretenimiento y recreación para los turistas, innovación,
creatividad y fortalecimiento del tejido urbano, para los locales. No solo eso,
el patrimonio es un buen negocio que nos proyecta hacia al futuro.
De acuerdo al Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), en Panamá, los servicios ambientales en las
veinticinco áreas naturales protegidas, generan alrededor de 225 millones de
dólares en bienes y servicios, esto es doce veces más de lo que cuesta darles
mantenimiento y conservación.
Fuente: Vuela Viajes
La música el teatro y la danza, aportan el 3.1% del PIB de
Panamá y en países como Argentina, Perú y Brasil aportan del 6% al 10% del PIB.
Si estas industrias culturales y creativas crecen sin estímulo, imaginemos lo
que crecerían bajo un plan de patrimonio cultural. El patrimonio natural y cultural atrae otros
negocios, ya que incide en la imagen positiva del país, lo que a su vez
repercute en exportaciones y buen clima de inversión.
No se trata solo de restaurar fachadas de iglesias, sino de crear un plan integral que integre comercio, turismo y desarrollo urbano. Según el BID “El patrimonio cultural y natural es la manifestación viva de la riqueza de los países y su mera existencia es una oportunidad de fortalecer la identidad de sus poblaciones que ven ahí el reflejo de su pasado, como inspiración para valorar el presente y construir el futuro”. La cultura se convierte en una valiosa oportunidad de desarrollo socioeconómico para las naciones y en especial para América Latina.
