La Ironía de Criticar una Red Social

social critica
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Está más claro que el agua el hecho de que vivimos en una “época de oro digital”. Aun así, ocurre algo muy curioso. Hay miles…Mejor dicho: Hay millones de artículos, publicaciones, memes e ilustraciones que sirven a algo a los que muchos llaman: “Crítica Social”. En este caso, los autores de estas publicaciones se dedican a destrozar la reputación de esta amada época de oro digital, recurriendo a elementos nostálgicos cómo la infancia pura de aquellos que crecieron sin los “malévolos” teléfonos inteligentes que están listos para consumir el alma de todo ser humano que se enamore de ellos.

Entre otras críticas que se pueden apreciar, están los reclamos a las tendencias más fuertes. Por ejemplo: que las selfies son un grito de atención, que a nadie le interesa ver fotografías de lo que vas a comer hoy y que muchos estados de Facebook deberían quedarse en un diario personal. ¡Claro! Lo que está en las redes sociales es el reflejo total de lo que una persona siente, piensa y opina…porque, en teoría, no hay más.

 Estas y muchas críticas más a las redes sociales se pueden encontrar. ¿Y dónde se pueden encontrar? En las mismas redes sociales, por supuesto. Una ironía, ¿no? Y ahí estarán, siendo comentadas, gustadas, compartidas,  copiadas y pegadas por muchos de los usuarios en cada una de estas mismas plataformas virtuales como señal de florecimiento intelectual de su parte.

¿Hipocresía? No hay que llegar tan lejos para llamar a la acción de hacer críticas sobre las redes sociales y compartirlas a su vez en las mismas algo hipócrita. Tampoco hay que decir que es algo particularmente lógico de parte de los involucrados. Es simplemente, como se ha dicho antes, algo irónico. Lo que pasa es que, sin lugar a dudas, es mediante estas plataformas que el contenido se está dando a conocer ante el mundo. Prácticamente, es algo inevitable.

Hay cosas que sí se pueden criticar, como el hecho de que los delincuentes puedan utilizar a conveniencia la información personal de posibles víctimas, o el hecho de que noticas sobre la vida privada de las celebridades de Hollywood acaparen otras noticias de mayor interés social. Claro que todo esto puede ser criticado, pero entonces hay que analizar algo. Si un delincuente puede ver la suficiente información personal del usuario en una red social, ¿por qué será? ¿Será porque al usuario se le ocurrió hacer público hasta el mínimo detalle de su vida privada? ¿Y por qué será que  se crea tanto escándalo en cuanto a las celebridades? ¿Será porque, incluso antes de la existencia de las redes sociales, los detalles de las vidas privadas de las personas famosas ya habían sido socialmente aceptados como grandes temas noticieros? ¿Será porque el cotilleo es entretenido por naturaleza? En este caso, la crítica ya abarca más que sólo la era de oro digital. Abarca la forma en la que funciona la cultura popular.

Hay un concepto conocido como “Marketing Insanity”, que se podría traducir como “La locura del Mercadeo”. Albert Einstein definió la locura como: Hacer la misma cosa una y otra vez, esperando diferentes resultados. En el caso del mercado, es lanzar el mismo mensaje en la publicidad una y otra vez, esperando que el público reaccione de forma diferente. Exaltar la fama hasta puntos ridículos, hacer comedia de temas serios, influenciar en las preferencias y gustos de los consumidores: todas estas cosas se han estado realizado en el mundo de la publicidad desde que comenzó la civilización. La esencia del escándalo es la misma, pero la forma de reaccionar, no. En la actualidad, esta reacción es más feroz que nunca.

socialmedia22
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Se les enseña a las personas en el colegio que los medios de comunicación tienen varias funciones: informar, educar, entretener, persuadir y formar opinión. Siendo la plataforma digital un medio de comunicación no tradicional, es lógico pensar que estas funciones han sido aprovechadas hasta extremos extravagantes. Sucede que ahora la función de entretener tiene más peso que nunca. Una publicación en una red social que no atrapó la atención del usuario, falló como publicación. En otras palabras, el veredicto de qué es entretenido y qu
é no lo es recae, al final, en el mismo usuario.

De eso se trata. Se trata de la relevancia que cada persona le da a cada cosa, de que tanto esta persona se deja influencia por la cultura popular. Se trata de elegir qué vale la pena publicar y qué no. Se trata de que cada individuo haga con su red social lo que guste, porque al fin y al cabo, estas plataformas son un medio de diversión. Se trata de saber cuándo y cómo usar las redes sociales. Porque si un usuario A comparte contenido que al usuario B no le gusta, el usuario B puede ignorar esa publicación y buscar contenido de su preferencia.

El botón “me gusta” está por una razón: para que cada quién le dé click justamente a eso: ¡A lo que le gusta! Está para que cada quien sea feliz viendo en el muro publicaciones con contenido que le entretiene y no se amargue la existencia criticando al usuario de gustos distintos. Si una persona va a declararle la guerra total al mundo digital, junto a su mar de selfies, memes y estados sentimentales, como si esto le provocara alergia, es mejor que esta persona simplemente no tenga computadora y se la regale a alguien que sí la va a apreciar.

Se trata, sobre todo, de poseer la suficiente inteligencia emocional para saber que, por lógica, una persona no va a publicar todo sobre su vida en una red social, sino que va a publicar la parte que prefiera compartir, tal y como debe ser. Es cierto que vivimos ahogados en La Locura del Mercadeo, pero nosotros somos los usuarios. Y podemos ser usuarios con cultura y criterio propio para elegir qué nivel de relevancia darle a cada noticia. No es nada complicado.

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