Universalmente se sabe que los glóbulos blancos o leucocitos juegan un papel central en el funcionamiento del sistema inmunológico del ser humano. Éste consiste principalmente en la reparación de los daños externos a la epidermis cuando se han infligido heridas de distinto tipo y profundidad. No obstante a este hecho de sobra conocido, el funcionamiento del sistema inmune guarda algunas paradojas.
Durante sus funciones curativas, los glóbulos blancos liberan algunas sustancias que se conocen como algógenos. Éstas aumentan la sensación de dolor que se percibe durante la cicatrización y que es particularmente fuerte cuando las heridas son proclives a inflamarse. De igual manera y como cabría esperar, los glóbulos blancos también mitigan el dolor de las heridas al tiempo que desarrollan sus funciones, esto mediante la segregación de péptidos opioides, que tienen efectos parecidos a la morfina.
Sin embargo, éstos últimos se producen en una proporción menor que los algógenos.
Como resultado, el proceso de cicatrización dista mucho de ser indoloro y las molestias propias del mismo desaparecen hasta que no queda rastro alguno de las heridas. Esta situación se agrava cuando el daño infligido presenta inflamación, la cual ya de por si causa mucho dolor en la persona que se ha lastimado.
A partir de esto, es fácil intuir que el dolor es inherente a la cicatrización autoinmune. Sin embargo, un estudio reciente de la Universidad de Granada, España, podría cambiar en buena medida la naturaleza del tratamiento de lesiones y enfermedades que producen inflamación.
El descubrimiento se basa en la acción del Sigma-1 sobre los péptidos opioides.
Sigma-1 es una proteína que se encuentra en pequeñas cantidades en el tejido neuronal, la cual puede modular los efectos de los péptidos opioides. De acuerdo al estudio, puede utilizarse para potenciar a éstos últimos de modo que cuando los glóbulos blancos entren en acción en una herida inflamada, alivien el dolor en vez de agravarlo.
“Estamos ante un mecanismo de alivio del dolor totalmente novedoso, basado en maximizar el potencial analgésico de las células del sistema inmune y que podría tener importantes aplicaciones terapéuticas en pacientes con dolor de origen inflamatorio”, señala Enrique Cobos del Moral, investigador del área de Farmacología e Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada y director del estudio, respecto a la investigación.
Como todo descubrimiento científico, este hallazgo tiene un potencial importante para una nueva generación de fármacos y tratamientos. Este caso en particular representa verdaderos cambios para los pacientes de artritis y otros padecimientos inflamatorios y con ello una nueva vida para quienes los padecen.
