¡Auxilio, los cuidadores necesitan ayuda!

Tomada de: Defensor del Pueblo. Provincia de Córdoba
Por: CONSCIENTIA LM

Dedicado a todas aquellas personas que cuidan cien por ciento a otros y que cometen el error de  sentirse imprescindibles, el hombre de acero o la mujer maravilla, olvidando su propia condición humana.

El impacto de las consecuencias o efectos de que una sola persona cuide a otra que es considerada indefensa y dependiente, ya sea, por ancianidad, enfermedad crónica, o incapacidad física o mental, pueden ser devastadoras. En algunos casos, la persona a la que se cuida requiere atención las veinticuatro horas del día. A la persona que cuida a otra se le conoce como “el cuidador”. Es hasta hace relativamente poco tiempo que se ha dirigido la atención a este personaje históricamente desvalorado, no reconocido, no considerado, al punto de minimizar su función. En países como el nuestro y su idiosincrasia, muchas veces esta tarea la lleva a cabo un pariente, con el agravante de que no  recibe un sueldo y ni siquiera se considera que pueda tener un día a la semana para llevar a cabo sus necesidades personales.

Cuando hablamos de “el cuidador’’ nos referimos a un ser humano que cuida a otro ser humano, por lo cual también tiene limitaciones, se agota y hasta se quema. Sí, se quema, seguramente el  lector habrá escuchado que existe el ‘síndrome del quemado’, este término se está usando para describir todo el desgaste y carencias múltiples que pueden desarrollar las personas que cuidan solas a otra. Estas personas terminan fundidas física, emocional, social y hasta económicamente, ya que la tarea que realizan, y las condiciones y circunstancias en que las desarrollan,  ponen al borde del precipicio a cualquier ser humano normal.

cuidados
Tomada de: Asister

Cuando por decisión propia y amor al familiar, se procede a convertirse en cuidador, no se piensa en las propias necesidades ni en las consecuencias, y hasta se da por entendido que se recibirá ayuda del resto de  familiares, o que será temporalmente y que luego lo hará otro, desafortunadamente no siempre es así. Más bien, en la mayoría de los casos, al pasar el tiempo se genera en el resto de la familia, la idea errónea y desconsiderada de que si esta persona aceptó cuidar, lo tiene que seguir haciendo y se da por sentado que ‘le toca’. Se agregan en el resto de familiares, sentimientos de rechazo, desapego, indiferencia, indolencia, que les hace pensar, sin ninguna culpa ni vergüenza, que se pueden desligar de la responsabilidad de atender a su pariente. Mientras tanto, la persona que cuida ha sido esclavizada familiar, social, psicológica y económicamente, expuesta a envejecimiento  acelerado.

Muchas veces la insania mental y física de los enfermos, produce en el que cuida, confusión, incertidumbre, ansiedad, sensación de desamparo y de estar atrapado. Cualquier irritabilidad o frustración sería comprensible en el cuidador, pues su salud mental está siendo avasallada.

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Tomada de: Cuidado de mayores en Valencia

Por mucho, el trabajo de cuidar a un familiar dependiente e indefenso, tendría que ser compartido entre todos los miembros de la familia, de manera que todos tengan la experiencia de atender en todas sus necesidades al que lo requiere y ‘nunca’ debería  ser realizado por una sola persona.

Un ejemplo de persona que un cuidador atiende, sería una madre demenciada, que ya no recuerda ni siquiera quienes son los parientes con los que ha vivido y que ya no reconoce su propia imagen en el espejo, pero que puede reaccionar al afecto.

Esta madre, puede no recordar que es su hijo quien la peina o que es su esposo el que está sentado a la par suya. Ella tiene un déficit severo de su memoria, pero el hijo  recuerda que ella es su madre que lo cuidó y abrazó cuando era niño, y el esposo aún debe recordar cuando se enamoró de ella y era bella y funcional. Si uno observa este tipo de enfermos se dará cuenta que habrán olvidado muchas cosas, pero no olvidan que les agrada que los demás les sonrían, o que les hagan sonreír. La función del afecto  permanece eternamente en el ser humano, sin embargo el cuidador quemado, por su agotamiento crónico parece haber olvidado cómo sonreír.

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Tomada de: Residencia Montesol

Es necesario e importante que la familia y la sociedad en general tomemos conciencia en esto, pues nunca se sabe si uno mismo necesitará algún día de un cuidador. Debemos educarnos e informarnos sobre el tema y ser solidarios con el familiar que cuida, compartiendo y distribuyendo el trabajo de forma equitativa. Debemos hacer sentir, desde nuestras propias experiencias, la necesidad de políticas nacionales de protección y ayuda, que vayan encaminadas a la atención de personas con necesidad de ser cuidadas.