Por: Miguelito Hoffman.-
Hay un dicho que la primera víctima de cualquier guerra es la verdad. Estamos en guerra en contra de un enemigo común e invisible. Las teorías muy a menudo son basadas en caprichos personales o en agendas particulares. Dentro de la tormenta de ideas, la voz científica tiende a perderse en los medios sociales.
RAMA (Rescate al Medio Ambiente) ha intentado ser una voz con base científica y técnica, examinando el planeta, cuyos ecosistemas, hábitats, biodiversidad y recursos naturales han sido sistemáticamente atropellados por la actividad humana. RAMA reconoce que no vivimos solo en una coyuntura particular. Vivimos dentro de una época histórica en la cual la naturaleza busca defenderse en contra de la ofensiva impulsada por la humanidad. Necesitamos tener una vista clara con fundamentos científicos sobre las consecuencias de nuestras acciones y ser proactivos en la recuperación y preservación de la naturaleza.
La voz científica ha sido más que clara. Virólogos, epidemiólogos, biólogos entre otros reconocen que el COVID-19 es una expresión entre muchas otras de una reacción natural frente a un mundo desequilibrado por el dominio de una especie rebelde, egoísta y prepotente. Lastimosamente, la voz científica se pierde cuando intereses muy particulares encuentran rentabilidad en la destrucción de la naturaleza. Sin embargo, la rentabilidad de ayer se traduce en la morbididad y mortalidad de hoy. Sin duda, no más de pasar esta coyuntura, la extracción de recursos naturales, las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación desenfrenada del aire, agua y alimentos y la tala de los últimos vestigios de áreas forestales van a volver a su “normalidad”. Sin duda, la actividad humana va a seguir en su trayectoria fatal, buscando “vacunas” a cada manifestación de la patología que hemos creado. Pero no es una patología estática. Una vez que tengamos una vacuna efectiva en contra de un virus, ese virus ya va a estar transformándose en otra entidad, alistándose a asestar un golpe por otro lado.
Los virus vienen porque los seres humanos están invadiendo, fragmentando y destruyendo los hábitats de tantísimas especies del mundo. En su propio ambiente, animales considerados “exóticos” han coexistidos con microbios tranquilamente y pacíficamente. Pero al llegar los invasores con bulldozers, tractores, sierras eléctricas, incendios y otros armamentos de destrucción masiva, los murciélagos, pangolines, culebras, roedores, gorilas, chimpancés, civets, etc. pasan sus microbios a los seres humanos. Los animales normalmente protegidos por bosques extensivos, bien articulados podían vivir sin mayores complicaciones. Pero al quebrar sus hogares, los animales comparten ambientes con seres humanos. La saliva, sangre, orina y heces son transmisores de los microbios. Un microbio benigno y pacifico dentro de un murciélago puede convertirse en un virus matador en un ambiente ajeno. El Coronavirus COVID-19 es así.
En los “mercados mojados” de Asia, animales de todo tipo sacados de las selvas y bosques, son forzados a quedar en jaulas apretadas. Pasan grandes distancias, torturados y enfermos, viviendo en su excremento desde sus hogares a los mercados. Los mercados son incubadores de virus y enfermedades que no conocemos. Para colmo, los seres humanos consumen esos animales creando una cloaca de patógenas, algunos altamente letales.
Desde mercados mojados hasta granjas industriales de gran magnitud en países como los Estados Unidos, microbios explotan. La crianza de tanto ganado en espacios pequeños son áreas idóneas para la propagación y transmisión de enfermedades. El ganado es forzado a andar en sus propias heces creando una fábrica de patógenas. Para “resolver” el problema de las enfermedades de los animales domesticados para la matanza, son alimentados con cantidades de antibióticos. Los seres humanos quienes comen los animales también consumen los antibióticos. A la hora de la hora, los antibióticos pierden su potencia y el cuerpo humano está expuesto a enfermedades inmunes a los efectos de la farmacopea moderna.
Necesitamos entender que la humanidad ha convertido el planeta en un campo minado. Jamás vamos a poder dominar la naturaleza. Necesitamos aprender convivir con ella. Ahora más que nunca necesitamos entender que creando más junglas de concreto y cemento, más centros comerciales, más rascacielos, más Burger Kings y Wendys no tienen nada que ver con “desarrollo” y “progreso”. Tienen que ver con la muerte. Nuestra prioridad debe ser reconstruir los pulmones del planeta y santuarios de las especies biológicas. Venga lo que venga, los bosques van a regresar a esta tierra: con nosotros o sin nosotros. Somos nosotros el virus más virulento en la historia del planeta.
hagamos el esfuerzo para convertirnos en un microbio benigno o la naturaleza nos va a eliminar. ¡GARANTIZADO!