Dragon Ball Super: La realidad del doblaje latino

“That’s why we don’t get nice things” (Por estas cosas no podemos tener nada bonito) –Vox Pópuli-

En la adaptación de muchas de nuestras historias de ficción favoritas, el doblaje e interpretación de los personajes muchas veces es un tema espinoso y polémico. Estas son 2 calificativos que cobran especial validez cuando se trata de obras como Dragon Ball y sus distintas sagas. Como es conocido, desde hace 2 años existe una continuación canónica para Dragon Ball Z y que actualmente lleva poco más de 100 episodios, casi desde el principio de Dragon Ball Super surgieron especulaciones acerca de un eventual doblaje para esta región del globo. Cerca del final de la saga de Zamasu fueron contestadas todas las incógnitas.

Evocamos a esta etapa de la popular emisión ya que es aquí donde cronológicamente se ubica el origen de la polémica que comentamos hoy, que dicho sea de paso, es un ejemplo más de la frase que citamos al principio. Es una situación muy recurrente en esta región del globo y que suele desembocar en que muchas cosas que como fans deseamos con el alma que nunca lleguen hasta nosotros.

Inclusive llega a tachársenos de incivilizados, bárbaros y piratas.

(Esto último en el sentido económico del término)

Todo comenzó más o menos hace un año, alrededor del episodio 60 de Dragon Ball Super. Mientras todo el fandom estaba al filo de su asiento preguntándose si Zamasu y Black Goku eran la misma persona y si podría impedirse el asesinato de Gowasu (Maestro de Zamasu y Kaioh-Shin del Universo 10), una noticia muy esperada correría como reguero de pólvora e iniciaría toda una serie de especulaciones.

Fue confirmado el doblaje latinoamericano de Dragon Ball Super.

En los días previos circulaban muchos rumores al respecto, que fueron confirmados por Mario Castañeda mediante a una corta entrevista a un canal de YouTube. Justo en aquel momento estaban terminando las grabaciones de Dragon Ball Kai y se había cerrado el trato para Dragon Ball Super. Como era de suponer, Mario Castañeda haría la voz de Goku y dejaba abierta la puerta a la interrogante de si volverían otros actores conocidos por su participación en Dragon Ball Z, tales como René García (Vegeta) o Carlos Segundo (Pikoro), mientras tanto los días pasarían hasta llegar al fatídico 5 de agosto de 2017.

Josafat Espinosa, el malogrado cantante del opening de Dragon Ball Super, junto a Goku.
Josafat Espinosa, el malogrado cantante del opening de Dragon Ball Super, junto a Goku.

Esa fecha estaba agendado el estreno de Dragon Ball Super para América Latina y la causa de la polémica reside precisamente en el opening de la misma, cuya versión original adjuntamos en el encabezado del artículo. En sí, la emisión latina cumplió con la expectativa de los fans pero sin embargo causó un fenómeno que a todas luces es criticable y se asocia directamente a la versión latina de Chouzetsu Dynamic.

Josafat Espinosa fue el elegido para interpretar la popular canción en lengua castellana, nombre que hasta ese día era desconocido para el fandom y que dio pie a uno de los episodios más criticables del mismo. El día del estreno fueron transmitidos de forma continua los primeros 5 episodios de la serie y no fue hasta que finalizó la pequeña maratón que se supo el nombre del cantante del opening, que desde luego, aparecía en los créditos. Fue entonces que todo estalló.

Los fans cargaron airadamente contra Josafat Espinosa debido a su interpretación.

Inmediatamente terminada la emisión, las redes sociales del intérprete se llenaron de haters y cyber-bullying por los cuales debió cerrar sus cuentas por tiempo indefinido. Cabe destacar que al unísono de todos los insultos contra el cantante, cada tanto surgían los nombres de Ricardo Silva y Adrián Barba como los que debieron cantar la adaptación del referido tema.

Estos 2 artistas gozan de una gran reputación en este fandom dado que en los años 90s fueron los responsables de la interpretación latina de Cha-la Head Cha-la y We got power (Primer y segundo opening de Dragon Ball Z), respectivamente.

Vamos a obviar la calidad de la interpretación de Josafat Espinosa porque es prácticamente unánime que hubieron ciertas imperfecciones en la misma. Aunque la traducción y adaptación son precisas y casi exactas, los coros y el principio salieron muy afectados y el resultado no es muy agradable, pese a que el resto de la canción pasa el examen, entendemos que esto pudo deberse a las prisas y al poco tiempo de afinar detalles de algo que casi siempre queda como el último paso.

Respuesta de Adrián Barba ante los insultos hacia su colega.
Respuesta de Adrián Barba ante los insultos hacia su colega.

Ahora bien, este suceso ejemplifica bien a qué puede atenerse un actor o cantante que participe en una producción de tal calibre para este territorio y eso es precisamente lo que se va a criticar. La reacción del público pudo ser muy sincera si algo se hizo mal, pero el detalle es que esta no es manera de reaccionar ante un suceso de este tipo. Valga decir que además de lo reprobable del suceso, más criticables son todavía algunos de sus fundamentos.

Se envía un muy mal mensaje a los nuevos valores y talentos emergentes.

Es innegable el talento de artistas profesionales como los aludidos. Sin embargo nuestro público está enfermo de una nostalgia fanática que se vuelve un veneno para la industria del doblaje. El público reacciona de muy mala forma ante la sola posibilidad de que se les “trastorne la infancia”. Y a fin de mantener los recuerdos intactos, so pretexto de hacer arder Troya deben mantenerse sin opción alguna a los actores y/o cantantes originales.

Esto de entrada cierra la puerta a cualquier nuevo talento y echa al trasto cualquier esfuerzo por sobresalir en esta industria. Si siempre se le concede la razón a este tipo de histerias colectivas, se obliga a que ya sea como último recurso o desde el principio, se recurra siempre a las mismas personas. Esto en aras de la calidad no es mala, pero recordemos que no son eternos y que desde luego, hay millares de nuevos actores y cantantes en espera de una oportunidad. A causa de este tipo de situaciones, ésta nunca aparece.

Esta falta de oportunidades deja entrever a los nuevos valores que cualquier cara nueva, de entrada, será desaprobada por el público a pesar del talento que demuestre tener. Como efecto a mediano plazo, se reducen las posibilidades de crecimiento de la industria y se da una fuga de cerebros importante.

 No vale la pena pasar por algo así a pesar de dar el máximo esfuerzo.

Es innegable que el Anime goza de gran popularidad en América Latina, pero en la medida que nosotros mismos dinamitemos el ambiente artístico que hace posible que llegue hasta nosotros en nuestra lengua, el futuro no es para nada halagador. De entrada y por mucha razón que se tenga al respecto de la mala adaptación, la barbarie y la vulgaridad no son respuesta; del mismo modo, se acentúan los estereotipos ya existentes acerca del público latino.

Si queremos algo de más calidad, debemos empezar por ser conscientes de que las caras nuevas tienen derecho a hacer carrera y por otro lado, que hay maneras correctas de decir las cosas y hacer observaciones. Después de todo, una producción artística es el resultado de la suma de muchos esfuerzos y en este caso, una sola persona (el cual es el menor de los culpables) ha pagado los platos rotos.